1.
VANGUARDIAS
HISTÓRICAS
En las primeras décadas del siglo XX se
consuma la modernización de las letras hispanoamericanas iniciada durante Modernismo.
En este periodo conviven movimientos de muy diferentes procedencias, desde las
secuelas directas del Modernismo hasta las Vanguardias. El Realismo-Naturalismo
de la centuria anterior evoluciona y se materializa en subgéneros
especializados como la novela regionalista, con sus derivaciones (indigenismo,
gauchesca, novela de la selva…)
Entre 1910 y 1916 suele situarse el
comienzo de la generación de escritores de transición entre el Modernismo
y las Vanguardias. A lo largo de la década siguiente, su obra irá
madurando a la par que los jóvenes vanguardistas empiezan a remover los
ambientes literarios de las capitales hispanoamericanas.
1.1. Contexto histórico.
La Vanguardia es una corriente
artístico-literaria que viene de Europa
y se caracteriza por una nueva sensibilidad que busca distintas formas
experimentales, oponiéndose a las tradicionales. En la raíz de estos
movimientos está la inseguridad
humana por la crisis
de una sociedad
dividida entre tradicionalista y revolucionarios.
Entre los movimientos de Vanguardia
más destacados en América
son: el creacionismo iniciado por Vicente Huidobro, el ultraísmo
representado por Jorge Luis Borges
y el surrealismo
que aparece en algunas composiciones de César Vallejo o Pablo Neruda.
Autores todos ellos destacados en poesía.
Por el contrario, desde los años que
siguen a 1920, la narrativa comienza a ser atendida con toda inquietud por
algunos de los mismos escritores afiliados a los grupos
de Vanguardia. La década de 1920 a 1930 atestigua estos primeros
intentos de escribir cuentos
y novelas
cuyo lenguaje, técnicas y temas se salían ya de la corriente regionalista.
El término vanguardias ha
venido designando un heterogéneo conglomerado de movimientos formados en Europa
desde la primera década del siglo XX. Aunque originariamente el término tenía
un sentido militar (del francés avant garde[1])
se empezó a utilizar en lenguaje político y artístico, en ambos casos por
contigüidad semántica con el término bélico primigenio. Las connotaciones de “avanzada
militar” explican también el carácter rebelde, agresivo y experimental de
las vanguardias artísticas y literarias.
Es importante señalar además el carácter
internacional de la Vanguardia, que responde como veremos, a una crisis
global generada partir de la Primera Guerra Mundial.
No es fácil unificar cuáles son los
criterios caracterizados de un fenómeno tan ramificado, ya que son múltiples
las corrientes vanguardistas, tanto a uno y al otro lado del océano, ya que
podemos hablar de infinidad de movimientos como: futurismo, expresionismo,
cubismo, creacionismo, ultraísmo, estridentismo, surrealismo,
dadaísmo, imaginismo… En todas ellas subyace un espíritu polémico
frente a lo tradicional y una búsqueda experimental en el fondo y la forma; de
ahí que el ideal de la belleza se repudie absolutamente.
La vanguardia no sólo es el fenómeno estético capital del siglo XX,
sino que marca el verdadero comienzo de la época contemporánea: es una ruptura
radical con el legado decimonónico que todavía arrastraban las formas de
creación en Occidente.
La
mayor consecuencia de la vanguardia
es al haber cambiado para siempre el modo de encarar el fenómeno artístico en
todas sus fases (producción, consumo y difusión) Al hacerlo así, cambia también
nuestra percepción de la realidad, haciéndonos conscientes de que vivimos en un
mundo esencialmente distinto. Esto se debe también al papel que cumplieron los
grandes descubrimientos y adelantos científico-técnicos, fenómeno acompañante
de las vanguardias.
Por otra parte, lo que nosotros nos
interesa es un pasaje específico de este proceso: el que integra el espíritu de
la vanguardia europea con el de América y como se transforma en algo cuyos
rasgos ya no corresponden de toda la idea original.
¿Qué es lo realmente nuevo en la
vanguardia? La respuesta se puede desglosar en dos aspectos.
Por un lado, es una negación o
contradicción de lo que nos viene dado por la tradición. La vanguardia tiene un sentido crítico de
su propia novedad y se vuelven contra ella: la novedad es enemiga de la
novedad, se agota pronto y exige ser reemplazada por otra en una rápida sucesión
de descubrimientos. Este mismo afán por producir la conmoción de nuevo contiene
los gérmenes que frenan el dinamismo de la vanguardia: convierte el arte en simple moda, algo que se consume
en un instante.
Por otro lado, la búsqueda de la novedad
supone una indeclinable actitud de rebeldía, de negación y contradicción con
todo lo establecido y aceptado, que precisamente provoca su rechazo por ser
estático y conformista.
Las vanguardias están en perpetuo estado de ebullición, en una
declaración de guerra permanente. Gran parte de la Vanguardia está en sus manifiestos y revistas, en sus actos de
provocación, en sus escándalos, en sus ataques, diatribas y en sus actos de
provocación. Bajo el impacto de las vanguardias cayeron las viejas barreras que separaban a las artes
y se enriqueció poderosamente a todas.
La cuestión del tránsito de la vanguardia entre Europa y América y de
las relaciones entre sus respectivos focos es interesante y muy reveladora de
otro aspecto esencial del movimiento: el carácter auténticamente internacional
de sus propuestas y de su lenguaje.
[***]Estas
vanguardias están influenciadas por las nuevas corrientes lingüísticas
(formalismo ruso y estructuralismo lingüístico) que hace hincapié en la
autonomía del lenguaje respecto a de la realidad. También influye el nacimiento
del psicoanálisis. El lenguaje crea realidad, es independiente, se configura la
realidad.
La vanguardia, influida por
estas corrientes lingüísticas, buscan la ruptura del canon artístico,
rechazando la literatura de finales del s.XIX (el realismo y el naturalismo
como ese espejo fiel de la realidad, y la poesía burguesa bien pensante y
optimista, ordenado y de métrica clásica). El modernismo rompe contra eso y la
vanguardia histórica es heredera del modernismo.
Freud con su estudio del
subconsciente libera lo onírico, que aparece en la vanguardia (mundo de los
sueños desarticulado).
La raíz de la vanguardia es el
Romanticismo. El “yo” influye también en la vanguardia, así como el espíritu
incomprendido y su individualismo. Los modernistas rompen con la forma clásica
de los románticos y de ello beben los –ismos. Es la ruptura del sentido, de las
convenciones fonéticas, de la morfosintaxis que invita a la interpretación
individual del lector. Experimentación constante del lenguaje. Conciben el arte
como un juego, al igual que la vida, de
manera seria. La vida y el arte, fusionadas.
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