miércoles, 23 de noviembre de 2011

Introducción general- Romanticismo


1.     EL ROMANTICISMO

1.1.  INTRODUCCIÓN GENERAL

1.1.1.     Aspectos previos: peculiaridades del Romanticismo.
La idea de romanticismo es clave en la literatura por una novedad: idea troquelada de las bellas artes con la finalidad inmediata de comprender los fenómenos estéticos relacionados con el propio Romanticismo (Tobar).
El romanticismo nace, casi, de manera autómata como un movimiento artístico y literario, casi exclusivamente. Coincide con un cambio socio-cultural, por lo que resulta uno de los fenómenos más transparentes entre historia y literatura en todas las épocas. Por eso se han dedicado muchos estudios a la palabra “romanticismo” y al propio movimiento.
En España, el movimiento fue de poco calado, y apenas aportó algo original. Fue muy breve en el tiempo. Según esta opinión de la crítica, los datos contrastan con la enorme huella y la importancia que tuvo en el resto de Europa. Los europeos sintieron admiración por los autores españoles, hecho que llama la atención por las características tan particulares del movimiento español.
Otros autores, en cambio, hablan de un siglo del romanticismo, de momentos prerrománticos, y de una evolución natural de sensibilidad romántica.
Lo que sí está claro es que en España fue un movimiento tardío, pero hay que poner en duda lo breve y lo superficial del movimiento, como se venía creyendo desde hace tiempo.


Hay un romanticismo pleno y total (según Tobar) que cree que el debate debería centrarse en el complejo contraste entre lo colectivo y lo individual, lo tradicional y lo moderno, que nos permitirá descubrir un contenido original y netamente español que aparecería con los románticos alemanes (hermanos Slegel, Kant, Schile, Herder) cuyas ideas fueron divulgadas en el XIX por el cónsul alemán Bölh de Faber y su debate sobre el teatro calderoniano.
Esto no hace ver que había un grupo elitista y minoritario que recibió las ideas literarias europeas, que fueron divulgadas más tarde. Hubo reacciones contrarias y reacciones de aceptación. Esa polémica de Bölh de Faber sirve para ver cómo irrumpieron esos ideales en España.
La configuración inicial de las bases teóricas del romanticismo español, si bien nacen de una clara influencia historicista, pronto se tiñe de otros estímulos europeos como el idealismo hegeliano, el criticismo de Heine o la apuesta del romanticismo inglés por lo gótico. También por el academicismo francés o incluso por las reacciones revolucionarias de Chateaubriaud o Madame de Staël.


1.1.2.     Historia de la palabra “romanticismo”

La palabra “romántico” se documenta por primera vez en inglés en 1650 en un texto que se refiere a “algo que ocurre fuera de lo normal con carácter fabuloso o ficticio”.
Una palabra equivalente en español no la encontramos en español hasta la segunda década del XIX. Se ha documentado la misma palabra en 1651 en francés, en Alemania en 1663 y en italiano en 1685. En español se emplea “romanesco” en 1745, bastantes años antes de la aclimatación de la palabra “romance” para definir el relato de carácter fabuloso.
Pero el específico sentido tipológico literario no aparece hasta 1798 (escrito por Federico Schlegel en sus conferencias vienesas) La vinculación de Madame Staël (personal) con los hermanos Schlegel llevó el término a Francia y de ahí se extendió al resto de Europa.
“Romántico” pasará a ser un término netamente literario. Bölh de Faber utilizó “romanesco” en 1814. En 1818 se introdujo por los oponentes de Faber el término “romántico”.
En Francia se emplea en 1816 y en Italia en 1817, por lo que se demuestra que no hay tal retraso de adaptación, no al menos de los países latinos vecinos, aunque sí de los países anglosajones (Inglaterra y Alemania, por ejemplo)

1.1.3.     [Romero Tobar] Tres grandes líneas de la crítica sobre el Romanticismo.

Los trabajos descripticos sobre el movimiento son abundantes, siempre condicionados por ideologías subjetivas. Hay tres interpretaciones generales de la crítica:
a)    El Romanticismo visto como una constante histórica.
España ha sido netamente desde sus inicios (Cid, Celestina, Lazarillo…) romántica. Esta corriente triunfó en el periodo de entreguerras, una visión encabezada por Alison Pierce (británico hispanista).
b)    Heterogeneidad y unidad del Romanticismo
Su máximo defensor fue René Wellek, quien defendió el movimiento unitario (pese a sus diferencias regionales como movimiento). El movimiento, según esta corriente de pensamiento, es uno, variable a la visión conservadora o libertadora, dependiendo del autor.
c)     ¿Ruptura o continuidad entre Ilustración y Romanticismo?
Sebold es el máximo defensor de la idea de evolución natural con la Ilustración. Hay elementos prerrománticos.
La modernidad es una moneda de dos caras opuestas por el vértice: la ilustración y el romanticismo”

El Romanticismo es fruto de su época: un mundo occidental en el que se está produciendo el nacimiento de la ilustración, que provoca una aceleración histórica y de transformación social. Se vive en un continuo cambio acelerado, vértigo, cambio total, con su nueva estética y sus nuevos planteamientos de dudas, vértigos e incógnitas que surgen por los acelerados cambios producidos por la industria y sus avances.

1.2.  La polémica romántica en España.

1.2.1.     La polémica sobre el teatro calderoniano.

La polémica literaria que da origen al romanticismo en España, es la que enfrentó a Bölh de Faber (cónsul de Cádiz) con Mora y Galiano acerca del teatro clásico español. El debate ya se había dado con Luzán y Moratín. (En el siglo ilustrado se debatió más sobre Lope de Vega)

Los puntos que debatieron fueron los siguientes:

a)     El teatro español es consustancial al carácter del pueblo español.
b)    Respetarlo es cuestión de patriotismo.
c)     El gusto estético nos distingue de otros países.
d)    Las reglas neoclásicas son reglas de la escena francesa que no tiene valor universal.

El debate pone cara a cara a la España conservadora (Bölh de Faber), que rechazan las ideas francesas y por tanto ilustradas, con la otra parte liberal –y llamada afrancesada- la España de las Cortes de Cádiz. Para ellos (los conservadores), sólo el Antiguo Régimen es válido y se oponen al avance y la ciencia que va contra el antiguo orden. La otra España –la liberal- defiende la democracia y el progreso, el laicismo y la modernidad.   
Es curioso que los conservadores sean los defensores del romanticismo y los liberales se acerquen más a posturas ilustradas.
La polémica arranca en 1810 con una carta de la mujer de Faber, donde relaciona el carácter conservador con el espíritu del teatro calderoniano. En 1814 Faber habla en un periódico El Mercurio gaditano, sobre la vuelta al teatro clásico para estar en consonancia con las neuvas tendencias:

a)     El pueblo español tiene un carácter peculiar que ya se refleja en el teatro calderoniano.
b)    La Ilustración es hostigadora de revoluciones que son peligrosas, y que con Napoleón acaban en conquistas.
c)     La etapa dorada española coincide con el imperialismo de los Austrias. Hay que volver al orden social del XVII.
d)    Política anti francesa. Odio francés.
e)     Posición contraria a las Cortes de Cádiz.
f)     Defender la perceptiva neoclásica es un delito político.

En 1828 Agustín Durán escribe sobre el influjo que tuvo la crítica moderna en la decadencia del teatro antiguo. Plantea los méritos del teatro español y se opone a la “agobiante influencia extranjera”, incluyendo sólo a los franceses, sin contar al propio Faber y a Slegel. Considera a los dramaturgos clásicos como a románticos a priori. Defiende la vuelta al teatro áureo.
Este romanticismo se centra en los valores de cristianismo monárquico y decadente (romanticismo histórico) que no aceptan otros valores. Esto sirvió para la generalización del movimiento y la aceptación de los sectores más conservadores.

Alcalá Galiano se exilió a Inglaterra y bebió del movimiento –desde Wordsworth- y su rechazo de la imitación a favor de la espontaneidad apuesta por la imaginación. En Inglaterra conocerá a Blanco White, y otros españoles exiliados como Mora. En 1830, en París, coincidirá con el Duque de Rivas. Plantea una visión conciliadora entre los conservadores y los neoclásicos. Se decanta por el romanticismo alemán. Para él, el romanticismo español deberá de ser nacional y natural, procurando no imitar otros romanticismos (opuesto al francés al que tilda de postizo. Se muestra favorable al inglés)

La prensa resulta ser el vehículo más importante en este nuevo movimiento, pues sale en defensa de esta nueva estética. Revistas como: Revista española (1832-1833), Cartas españolas (Dirigida por Carnerero), El Artistas (1835-1836). Es en las reseñas teatrales y comentarios periodísticos donde se fragua estos preceptos románticos.
Eugenio Ochoa en El Artista, se erige como el mayor defensor de esta estética.

A partir de 1840 se plantea una domesticación o revisión de los preceptos románticos. Se comienza a criticar el romanticismo como estética superficial y aparatosa sin fondo ni temática profunda. Se busca un término medio entre la tirantez del neoclasicismo y los excesos románticos. Se llega incluso a plantear la incompatibilidad de lo romántico con la cuestión española. La exageración romántica hace invitar a los autores y críticos a abandonar esos excesos y a un cierto desencanto y un continuo debate y polémica romántica que seguirá viva hasta la extinción de la estética. De hecho hay autores de éxito como Bretón de los Herreros que se mantuvo ajeno al romanticismo, así como otros. Eso nos da una seña de que no fue un movimiento único y que autores románticos como el Duque de Rivas se vuelven conservadores y contrarios a la estética.










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