1. EL
ROMANTICISMO
1.1. INTRODUCCIÓN GENERAL
1.1.1. Aspectos previos:
peculiaridades del Romanticismo.
La
idea de romanticismo es clave en la literatura por una novedad: idea troquelada
de las bellas artes con la finalidad inmediata de comprender los fenómenos
estéticos relacionados con el propio Romanticismo (Tobar).
El
romanticismo nace, casi, de manera autómata como un movimiento artístico y
literario, casi exclusivamente. Coincide con un cambio socio-cultural, por lo
que resulta uno de los fenómenos más transparentes entre historia y literatura
en todas las épocas. Por eso se han dedicado muchos estudios a la palabra
“romanticismo” y al propio movimiento.
En
España, el movimiento fue de poco calado, y apenas aportó algo original. Fue
muy breve en el tiempo. Según esta opinión de la crítica, los datos contrastan
con la enorme huella y la importancia que tuvo en el resto de Europa. Los
europeos sintieron admiración por los autores españoles, hecho que llama la
atención por las características tan particulares del movimiento español.
Otros autores, en cambio, hablan de un siglo del romanticismo,
de momentos prerrománticos, y de una evolución natural de sensibilidad
romántica.
Lo
que sí está claro es que en España fue un movimiento tardío, pero hay que poner
en duda lo breve y lo superficial del movimiento, como se venía creyendo desde
hace tiempo.
Hay un romanticismo pleno y total (según Tobar) que cree que el debate debería centrarse en el complejo contraste entre lo colectivo y lo individual, lo tradicional y lo moderno, que nos permitirá descubrir un contenido original y netamente español que aparecería con los románticos alemanes (hermanos Slegel, Kant, Schile, Herder) cuyas ideas fueron divulgadas en el XIX por el cónsul alemán Bölh de Faber y su debate sobre el teatro calderoniano.
Esto no
hace ver que había un grupo elitista y minoritario que recibió las ideas
literarias europeas, que fueron divulgadas más tarde. Hubo reacciones
contrarias y reacciones de aceptación. Esa polémica de Bölh de Faber sirve para
ver cómo irrumpieron esos ideales en España.
La configuración inicial de las bases teóricas del
romanticismo español, si bien nacen de una clara influencia historicista,
pronto se tiñe de otros estímulos europeos como el idealismo hegeliano, el
criticismo de Heine o la apuesta del romanticismo inglés por lo gótico. También
por el academicismo francés o incluso por las reacciones revolucionarias de
Chateaubriaud o Madame de Staël.
1.1.2. Historia de la palabra “romanticismo”
La
palabra “romántico” se documenta por primera vez en inglés en 1650 en un texto
que se refiere a “algo que ocurre fuera de lo normal con carácter fabuloso o
ficticio”.
Una
palabra equivalente en español no la encontramos en español hasta la segunda
década del XIX. Se ha documentado la misma palabra en 1651 en francés, en
Alemania en 1663 y en italiano en 1685. En español se emplea “romanesco” en
1745, bastantes años antes de la aclimatación de la palabra “romance” para
definir el relato de carácter fabuloso.
Pero
el específico sentido tipológico literario no aparece hasta 1798 (escrito por
Federico Schlegel en sus conferencias vienesas) La vinculación de Madame Staël
(personal) con los hermanos Schlegel llevó el término a Francia y de ahí se
extendió al resto de Europa.
“Romántico”
pasará a ser un término netamente literario. Bölh de Faber utilizó “romanesco”
en 1814. En 1818 se introdujo por los oponentes de Faber el término
“romántico”.
En
Francia se emplea en 1816 y en Italia en 1817, por lo que se demuestra que no
hay tal retraso de adaptación, no al menos de los países latinos vecinos,
aunque sí de los países anglosajones (Inglaterra y Alemania, por ejemplo)
1.1.3. [Romero Tobar] Tres grandes
líneas de la crítica sobre el Romanticismo.
Los
trabajos descripticos sobre el movimiento son abundantes, siempre condicionados
por ideologías subjetivas. Hay tres interpretaciones generales de la crítica:
a)
El
Romanticismo visto como una constante histórica.
España ha sido netamente desde sus inicios
(Cid, Celestina, Lazarillo…) romántica. Esta corriente triunfó en el periodo de
entreguerras, una visión encabezada por Alison Pierce (británico hispanista).
b)
Heterogeneidad
y unidad del Romanticismo
Su máximo defensor fue René Wellek, quien
defendió el movimiento unitario (pese a sus diferencias regionales como
movimiento). El movimiento, según esta corriente de pensamiento, es uno,
variable a la visión conservadora o libertadora, dependiendo del autor.
c)
¿Ruptura
o continuidad entre Ilustración y Romanticismo?
Sebold es el máximo defensor de la idea de
evolución natural con la Ilustración. Hay elementos prerrománticos.
“La
modernidad es una moneda de dos caras opuestas por el vértice: la ilustración y
el romanticismo”
El Romanticismo es fruto de su época: un
mundo occidental en el que se está produciendo el nacimiento de la ilustración,
que provoca una aceleración histórica y de transformación social. Se vive en un
continuo cambio acelerado, vértigo, cambio total, con su nueva estética y sus
nuevos planteamientos de dudas, vértigos e incógnitas que surgen por los
acelerados cambios producidos por la industria y sus avances.
1.2. La polémica romántica en
España.
1.2.1.
La
polémica sobre el teatro calderoniano.
La
polémica literaria que da origen al romanticismo en España, es la que enfrentó
a Bölh de Faber (cónsul de Cádiz) con Mora y Galiano acerca del teatro clásico
español. El debate ya se había dado con Luzán y Moratín. (En el siglo ilustrado
se debatió más sobre Lope de Vega)
Los
puntos que debatieron fueron los siguientes:
a) El
teatro español es consustancial al carácter del pueblo español.
b) Respetarlo
es cuestión de patriotismo.
c) El
gusto estético nos distingue de otros países.
d) Las
reglas neoclásicas son reglas de la escena francesa que no tiene valor
universal.
El
debate pone cara a cara a la España conservadora (Bölh de Faber), que rechazan
las ideas francesas y por tanto ilustradas, con la otra parte liberal –y
llamada afrancesada- la España de las Cortes de Cádiz. Para ellos (los
conservadores), sólo el Antiguo Régimen es válido y se oponen al avance y la
ciencia que va contra el antiguo orden. La otra España –la liberal- defiende la
democracia y el progreso, el laicismo y la modernidad.
Es
curioso que los conservadores sean los defensores del romanticismo y los
liberales se acerquen más a posturas ilustradas.
La
polémica arranca en 1810 con una carta de la mujer de Faber, donde relaciona el
carácter conservador con el espíritu del teatro calderoniano. En 1814 Faber
habla en un periódico El Mercurio
gaditano, sobre la vuelta al teatro clásico para estar en consonancia con
las neuvas tendencias:
a) El
pueblo español tiene un carácter peculiar que ya se refleja en el teatro
calderoniano.
b) La
Ilustración es hostigadora de revoluciones que son peligrosas, y que con
Napoleón acaban en conquistas.
c) La
etapa dorada española coincide con el imperialismo de los Austrias. Hay que
volver al orden social del XVII.
d) Política
anti francesa. Odio francés.
e) Posición
contraria a las Cortes de Cádiz.
f) Defender
la perceptiva neoclásica es un delito político.
En 1828
Agustín Durán escribe sobre el
influjo que tuvo la crítica moderna en la decadencia del teatro antiguo.
Plantea los méritos del teatro español y se opone a la “agobiante influencia
extranjera”, incluyendo sólo a los franceses, sin contar al propio Faber y a
Slegel. Considera a los dramaturgos clásicos como a románticos a priori. Defiende la vuelta al teatro áureo.
Este
romanticismo se centra en los valores de cristianismo monárquico y decadente
(romanticismo histórico) que no aceptan otros valores. Esto sirvió para la generalización
del movimiento y la aceptación de los sectores más conservadores.
Alcalá Galiano
se exilió a Inglaterra y bebió del movimiento –desde Wordsworth- y su rechazo
de la imitación a favor de la espontaneidad apuesta por la imaginación. En
Inglaterra conocerá a Blanco White,
y otros españoles exiliados como Mora.
En 1830, en París, coincidirá con el Duque
de Rivas. Plantea una visión conciliadora entre los conservadores y los
neoclásicos. Se decanta por el romanticismo alemán. Para él, el romanticismo
español deberá de ser nacional y natural, procurando no imitar otros
romanticismos (opuesto al francés al que tilda de postizo. Se muestra favorable
al inglés)
La
prensa resulta ser el vehículo más importante en este nuevo movimiento, pues
sale en defensa de esta nueva estética. Revistas como: Revista española (1832-1833),
Cartas españolas (Dirigida por Carnerero), El Artistas (1835-1836). Es en las reseñas teatrales y
comentarios periodísticos donde se fragua estos preceptos románticos.
Eugenio
Ochoa en El Artista, se erige como el
mayor defensor de esta estética.
A
partir de 1840 se plantea una domesticación o revisión de los preceptos
románticos. Se comienza a criticar el romanticismo como estética superficial y
aparatosa sin fondo ni temática profunda. Se busca un término medio entre la
tirantez del neoclasicismo y los excesos románticos. Se llega incluso a
plantear la incompatibilidad de lo romántico con la cuestión española. La
exageración romántica hace invitar a los autores y críticos a abandonar esos
excesos y a un cierto desencanto y un continuo debate y polémica romántica que
seguirá viva hasta la extinción de la estética. De hecho hay autores de éxito
como Bretón de los Herreros que se
mantuvo ajeno al romanticismo, así como otros. Eso nos da una seña de que no
fue un movimiento único y que autores románticos como el Duque de Rivas se
vuelven conservadores y contrarios a la estética.
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