En
la década de los cincuenta, aparecen las primeras teorías de NOAM CHOMSKY. A
partir de ahí se suceden los trabajos sobre la gramática generativa.
En
muchos casos se presenta como una crítica a los planteamientos de la escuela
estructuralista norteamericana, y de hecho esto dificulta la evolución
posterior de esta nueva escuela rupturista.
En
1957 Chomsky publica su primer modelo lingüístico llamado Syntactic Structures, donde limita, como indica su título, el campo
de estudio a la sintáxis. Esta obra supone una ruptura con las bases
metodológicas del estructuralismo americano. Desde este momento Chomsky y sus
aportaciones influyen notablemente en la evolución posterior de la lingüística.
La
elaboración y posterior desarrollo de la gramática generativa transformacional,
ha dado lugar a una serie de cambios metodológicos y al nacimiento de nuevas
líneas de investigación.
Chomsky
ha contribuido, por tanto, de modo decisivo en el desarrollo de otros campos
como es el de la lingüística cognitiva.
De hecho, se muestra vinculado en buena medida a esta corriente, ya que, según
esta teoría, el estudio de la lengua forma parte de un objetivo general que es
representar con detalle la estructura de la mente.
En
consecuencia, según la teoría de Chomsky, una gramática es una estructura cognitiva
que se interacciona con otros sistemas de conocimientos.
Las
aportaciones son aún más importantes, ya que este nuevo modelo lingüístico de
Chomsky se centra en tres ejes:
a) en
la hipótesis de las ideas innatas
b) la
diferencia entre competencia-actuación
c) el
estudio de las relaciones existentes entre sintaxis y semántica.
El
estructuralismo defiende, en general, que cada lengua debe ser estudiada
independientemente de todas las demás y sólo deben tomarse en consideración los
datos del sistema directamente perceptibles (por eso se centra en la fonética y
la morfología).
Sin embargo, Chomsky critica esta línea de planteamientos y
para ello se basa en la afirmación de que el proceso de aprendizaje lingüístico
no puede explicarse sólo a través de la imitación, dado que en la etapa
infantil el hablante tiene capacidad innata para construir oraciones inéditas.
Estas
observaciones llevaron a Chomsky a la posibilidad de considerar la existencia
de una capacidad humana innata para la adquisición del lenguaje, de acuerdo con
la cual cada hablante puede aprender una o varias lenguas determinadas.
El
repertorio lingüístico-cognitivo se traduce en un saber lingüístico
interiorizado que constituye la competencia del hablante.
El
paralelismo entre las dicotomías competencia-actuación y lengua
–habla son evidentes, aunque sus respectivos miembros integrantes no
son completamente intercambiables porque se sitúan en perspectivas de análisis
diferentes. En este sentido debemos señalar el carácter social de la lengua
frente a las implicaciones sociolingüísticas del término competencia.
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